martes, 31 de julio de 2007

La Nada me Devora

No voy a consentir que esta bitácora se convierta en una mera conversación entre Álvaro y yo, que ya bastante tengo con vivir con él y encontrármelo en el pasillo cada dos por tres. Lo del pacto de no enfadarse es cierto porque, a fin de cuentas, no nos estamos contando nada que no sepamos ya de viva voz. No sé quien narices me mandó hacerme un blog junto a él, sabiendo que destacará mucho más que yo. No lo digo por envidia ni desde un complejo de inferioridad. Me limito a constatar la realidad. Aunque si lo vieran muchos de los que se beben los vientos por él cuando se despierta, de resaca, despeinado y borde como él solo renegarían de sus bajos impulsos.

No soy una persona llamativa. Nunca destaqué por nada especial. Cuando adquirí el trabajo en la barra del pub, pensé que tal vez terminaría ligando un poco, que me tirarían los trastos auténticos bellezones y que mi apreciación sobre mi cuerpo cambiaría. Pero la realidad defraudó mis expectativas como, por otro lado, suele suceder muy a menudo. No es nada nuevo. Lo más que consigo es alguna sonrisa socarrona y solamente por la estúpida perspectiva que conservan algunos de que los invite a una ronda y poder beber por menos dinero. No hay un interés real que me haga pensar que soy atractivo. Por mucho que Álvaro se atreva a decir que cuando me vio en la biblioteca pensó en follarme, yo sé que no es verdad.

Efectivamente, y en eso tiene toda la razón, soy un niño bueno. Trabajo, estudio, tengo novio, me lo trabajo mucho todo y me considero una persona especialmente encantadora con mi familia y mis amigos. Chico modélico, sí. Pero ¿de verdad me sirve eso de algo? No sé qué me pasa exactamente. Supongo que me he cansado de ser tan perfecto, tan bueno, tan aburrido. Tan lo que esperan todos de mí. Pienso que ha llegado el momento de ser quien de verdad quiero ser. Yo no quiero ser un niño bueno. Tampoco quiero ser como Álvaro, aunque a veces lo piense. No sé lo que quiero ser, pero sí sé que no quiero ser éste. Sé que resulta un poco extraño expuesto de esta manera, pero ya me entendéis. Yo sé que sí.

Algún día os hablaré de Víctor, mi novio, el otro niño bueno que también está bueno, como dice mi compañero de piso, y que resulta tan insípido como yo. ¿Se puede hablar así de alguien a quien se supone que quieres?

Da igual, lo que cuenta es que todas las noches me detengo durante una décima de segundo a analizar mi existencia antes de meterme en la cama y me siento tan vacío como una figurita del todo a cien.
La nada me devora. Eso es todo lo que cuenta.

domingo, 29 de julio de 2007

El niño bueno

No estaba durmiendo cuando Gabi llegó. O si estaba durmiendo me despertó. Tengo el sueño ligero... normal cuando duermes con un extraño a tu lado es recomendable no bajar la guardia, jejeje. Me levanté a por un vaso de agua. De vuelta a mi habitación le oí teclear… y me lo imaginé llorando.

La primera vez que vi a Gabi estaba en la biblioteca, todo concentrado trazando un montón de líneas y círculos ‘típico niño bueno’, pensé ‘me lo quiero follar’.

Ayer fue la primera vez que le vi en el pub poniendo copas. Nunca me lo hubiera imaginado así. Le estuve observando. Aunque él diga lo contrario, parecía seguro de sí mismo, sonriendo de vez en cuando de manera seductora… Gabi seductor… el típico niño bueno estudiante de arquitectura y con novio desde hace dos años estaba poniendo copas y tonteando con algunos mariquitas… Definitivamente he sido una muy mala influencia.

Él no se da cuenta, lo cual me extraña, pero muchos no le quitaban ojo. Sé reconocer una mirada tipo ‘si tú quieres acabamos la noche en mi cama’… según Gabi soy maestro en ellas. Ha perdido práctica (si es que la tuvo alguna vez), normal, teniendo un novio desde hace dos años. Son la típica pareja que se conocen y a las dos semanas ya se llaman cari. No, en serio, Víctor es otro niño bueno, que también está bueno…

Gabi dice que yo tengo suerte, que me viene todo rodado… ¿De qué se queja? Hace deporte, tiene un novio que está muy bien, su carrera le apasiona aunque se la esté sacando poco a poco… tiene estabilidad. Vale que se ha quedado sin trabajo y que tiene que poner copas, pero es temporal. Problemas tenemos todos. Lo que sí es cierto es que algo ha cambiado en él desde entonces. Lleva dos meses con un humor muy gris y su mirada ha perdido… luz.

Él nunca ha sido así y estoy preocupado. Por eso se me ocurrió la idea del blog conjunto. Llevo leyendo blogs un tiempo y veo cómo algunas personas evolucionan y solucionan algunos problemas leyendo a otros y recibiendo comentarios. Así que espero que esto le venga bien. Así por lo menos se podrá desahogar aunque sea poniéndome verde. Además, hemos hecho un pacto de sinceridad y de ‘no ofenderse’ que nos vendrá muy bien para mejorar nuestra relación de amigos y compañeros de piso.

Por cierto, según me ha descrito, parezco Bryan de Queer as Folk, uno hace lo que puede, pero qué más quisiera yo, jejeje.

sábado, 28 de julio de 2007

El Chico de al Lado

Álvaro duerme en la habitación de al lado. Es tarde, muy tarde. Y yo ya estoy muy cansado de todo en general. Me he arrastrado a duras penas hasta aquí y, por el camino, sentía que me estaba asfixiando en mi propia marea de autocompasión.

A veces me gustaría ser como Álvaro. Estoy seguro de que él no tiene las preocupaciones que tengo yo. Es guapo, jodidamente guapo, el muy cabrón. Para colmo, todo le viene rodado, no tiene que esforzarse de la misma forma que yo para conseguir lo que quiere. Para empezar es joven y aunque la diferencia que nos separa no es abismal, yo la siento enorme porque se trata de algo mucho más abstracto que una fecha y una medida temporal: él disfruta de la vida. Sus padres le pasan el dinero para el alquiler y para lo que le venga en gana. Todo lo que pide le viene caído del cielo, mientras yo tengo que currar en esa mierda de pub. Se pasa el día de fiesta, de un lado a otro, ligando con todo lo que tenga pantalones sin esforzarse siquiera por destacar. Siempre tiene una sonrisa y ese desparpajo que tantas miradas de deseo atrae. Tengo que reconocer que es encantador, atractivo y, además, listo. El pack completo. No me explico cómo o de qué manera saca las notas que saca teniendo en cuenta que no hace nada durante el curso y que su teléfono, que no deja de sonar atravesando la única pared que nos separa cuando ambos estamos en nuestros pequeños subhogares personales, tiene la agenda más amplia de toda la ciudad.

Hoy ha venido a verme al pub a verme por primera vez y apenas habré hablado dos minutos con él que ya tenía a un par de maricas al acecho, invitándole a tomar unas copas. ¿Por qué yo no puedo gozar de esa popularidad, tener esa facilidad a pesar de que me paso la noche entera apostado tras la barra? ¿Por qué siempre tengo que pasar desapercibido o esforzarme en sonreír o soltar un par de comentarios ingeniosos para que se den cuenta de que estoy ahí? Da igual, los hay que nacen con una puta estrella tatuada en la frente y otros que nacemos estrellados.

Su vida es perfecta. Hace lo que quiere, le da igual todo, no da explicaciones, consigue lo que se propone, incluso cuando no se lo propone, y desde que vivo con él en este piso parece que soy más consciente de que la mía es una mierda.

Menuda forma de empezar el blog. Vais a pensar que soy un victimista, pero es que esta noche me siento así. Nada de esto es justo. No me quiero quejar porque no todo es tan malo o, al menos, no debería serlo. Pero, en ocasiones, me encantaría ser como él. Abandonar este cuerpo y estar durmiendo ahora en la habitación de al lado con algún tío que conozca desde hace un par de horas y con el que haya cruzado un par de frases, tres a lo sumo. Levantarme por la mañana, pasar de él y al caer la noche estar con otro sin ningún tipo de remordimiento, por mucho que el primero suplique una segunda cita en un intento desesperado por retenerlo. Podría intentarlo, pero yo o tengo ni la fuerza ni la suerte que tiene él y, de todas formas, tampoco podría hacerle eso a Víctor, mi novio. Álvaro no tiene que lidiar con todas estas tonterías y podría decir que es feliz. Por eso me jode tanto cuando se queja.

Álvaro duerme en la habitación de al lado y yo, a pesar de mi agotamiento, no puedo dormir.