jueves, 9 de agosto de 2007

Cuando me enrollé con Víctor

Cuando me enrollé con Víctor, estaba contento. Hacía tiempo que esperaba ese momento. Sabía que iba a pasar. Ya lo había calado en esas noches de discoteca, similares a las que Álvaro describió haciendo alarde de sus dotes de cazador en el post anterior. Me había fijado en él una de esas noches en la que no lo estás pasando bien y tienes que esforzarte por encontrar un punto de apoyo a tu alrededor para animarte o evadirte.

Estaba allí, como uno más. No sé por qué me fijé en él y no en cualquier otro, porque ni es excesivamente guapo, ni tiene un cuerpazo, ni viste genial, ni tiene el perfil de una estrella de cine. Supongo que él estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado. Era susceptible de ser captado por mi campo de visión y éste se detuvo en su figura sin continuar el barrido rápido por la discoteca.

Recuerdo que le sonreí y que él me devolvió la sonrisa. Me sentí bien con aquel descubrimiento en una noche que no parecía dar mucho más de sí. No, no fui capaz de entrarle directamente. No porque nunca lo hubiera hecho antes, sino porque, en verdad, lo único que me apetecía era un poco de flirteo inocente: una mirada, una sonrisa, un roce al pasar junto a él para ir al servicio... no me despertaba mayor interés y creí que me olvidaría del asunto en cuanto cruzara las puertas de la disco para dirigirme a casa a dormir la mona.

Pero Víctor estaba allí el fin de semana siguiente. Y al otro. Y al siguiente. De forma que incluso nos saludábamos al encontrarnos. Hasta que lo inevitable tuvo lugar y, en otras de esas noches en las que yo lo estaba pasando francamente mal, me enrollé con él tras mucho tonteo. Reconozco que mientras le estaba besando no pensaba en convertirlo en mi novio, darle ese privilegio. Sin embargo, apuntó mi número, me llamó, quedamos unas cuantas veces y cuando me quise dar cuenta ya estábamos manteniendo algo parecido a una relación.

Estar con Víctor no estaba tan mal. Es un tío adorable, quizás demasiado. Salíamos juntos, nos divertíamos, lo pasábamos bien. Llegué a ilusionarme con él.

Últimamente apenas nos vemos. Apenas hablamos. Apenas nos miramos. Apenas nos besamos. No sé si será una evolución normal, pero no me gusta. Yo ya no estoy del todo bien con él. Hay algo que no me termina de convencer. No sé explicarlo, es una sensación.

Anoche estuve con él. Habíamos quedado para ver una película en el piso. En uno de esos instantes en los que estaba mirando la pantalla atentamente, le observé. Contemplándolo durante algunos segundos descubrí que había algo en él que no me gustaba.

Víctor me recuerda demasiado a mí mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja que final tan tremebundo, cari... Si se parece a ti es la perfección, hombre! Yo creo que todos buscamos un poco nuestra imagen, todos tenemos algo de Narciso, no se...

bueno, el post me ha gustado, aunque ya me lo habias contado en directo, jajaj

Bezos a ti y a Victor.

Anónimo dijo...

A veces las palabras quizás nos lleven a equívocos. Yo el otro día, al leer tu post por primera vez, me quedé con la imprasión de que parecía que acabaste con Víctor porque te sonrió ese día. No porque realmente sea la persona que te apetece tener al lado. Sino porque quizás no había otra, o fue el primero que dio un paso para acercarse a ti.
Puede que esa interpretación que te hago de tus palabras sea absolutamente desacertada. Y espero si es así, que no te moleste. No la he hecho con mala intención.
Pero si hay algo de eso, puede que ahora te empieces a dar cuenta de que no es exactamente lo que buscas. O mejor dicho, lo que necesitas a tu lado. Quizás de alguna forma, el tener a Álvaro al lado, te haga ver otros mundos posibles, que te apetezcan más.
Puede que necestites hablar en voz alta con alguien de las cosas que buscas, que necesitas, que te gustan, de como sientes, ... no sé.
Quizás, al mirarle y ver que era tan parecido a ti... quizás lo que pasa es que hay cosas de ti que no te gustan... y ver a alguienq ue se parece en cierta forma a ti tanto, te haga pensar.

Muchos besos.

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Por eso no se debe buscar a la media naranja, sino a la naranja entera.